Por Nanzi Sobrero de Vallejo
Las sucesivas publicaciones que hicieron su aparición en nuestro país en
la primera mitad del siglo XIX, sea en forma de libro, folleto, lámina,
opúsculo, revista y más tarde periódicos dieron testimonio de los
acontecimientos políticos, militares, científicos, religiosos, sociales que
sucedieron paralelamente a la organización del Estado nacional.
En la labor desarrollada por la Compañía de Jesús debemos considerar
como el aporte del siglo la introducción de la imprenta en las Misiones del
Paraguay, lo que les permitió llevar a cabo una extraordinaria obra de difusión
de su tarea evangelizadora. Ésta prosiguió por la persistencia de los
sacerdotes de las estancias de Córdoba que consideraban esencial la posesión de
la imprenta para la propagación de la fe. Además, el importante rol ejercido en
el área educativa exigía otra clase de textos amén de los religiosos, texos de
estudio que también surgieron de sus planchas.
Expulsados los jesuitas, el virrey Vértiz recupera la imprenta cordobesa
que había sido adquirida en Italia para Buenos Aires, dando lugar
posteriormente a la Imprenta de los Niños Expósitos responsable también de una
cuantiosa obra editorial.
Toda la gráfica fue enriquecida paulatinamente con la inclusión primero,
de diversos tipos de letras, sencillas guardas ornamentales, letras capitulares
y pequeñas viñetas que tanto en el prólogo como en el colofón ofrecían un toque
atractivo y de buen gusto.
El periódico comercial La Gaceta Mercantil introdujo
a partir de 1823 el recurso de ilustrar los avisos comerciales empleando para
tal fin sencillos dibujos de pequeño formato volcados en tacos xilográficos
para distinguir la propaganda inmobiliaria, las más variadas ofertas de
transporte terrestre y fluvial y toda otra clase de servicios. Quedó reflejado
también el crecimiento del movimiento cultural del Buenos Aires antiguo a
través de la difusión de puestas de obras de teatro, ofrecimiento de profesores
de piano, de idioma y otros conocimientos. Es así que a medida que crecía y se
enriquecía la oferta, producto del desarrollo del comercio especialmente con
Europa, de la presencia de maestros de variados oficios y conocimientos, la
difusión cultural mejoraba también la complejidad y calidad de las viñetas
ilustrativas.
La lucha y avatares políticos se reflejaron también
en la prensa escrita. Los periódicos, revistas, folletos, opúsculos de la época
como El Censor, La Abeja Argentina, La Moda, El Desengañador gauchi-político,
El Despertador, El Centinela, La Lira Argentina por nombrar sólo algunos de las
primeras décadas del siglo XIX, dieron cuenta de ello. La ilustración de sus
páginas al principio fue escasa, se incluyeron guardas geométricas para
enmarcar alguna opinión pública destacada, ciertas viñetas compuestas
generalmente con elementos clásicos que incluían banderas, armas, flores,
instrumentos musicales y otros elementos.
La figura de un importante colmenar rodeado de abejas ofició de portada
a la publicación de La Abeja Argentina (1820) un aviso de venta de armas
publicado por El Argos en 1822, una cabeza de burro atribuida a Fray Francisco
de Paula Castañeda (1824) y considerada precursora de la caricatura constituyen
algunas de las excepciones.
La
aparición de El Grito Argentino
Es por ello que consideramos significativa la edición en tierras
uruguayas de un periódico que hacemos nuestro dadas las circunstancias
políticas en que nació, los gestores y los destinatarios de tamaña empresa. Nos
referimos a El Grito Argentino impreso en Montevideo en la Imprenta de la
Caridad, impulsado por los opositores de Rosas exiliados en la capital uruguaya
y que tuvo como periodistas a figuras de nuestra historia nacional como Juan
Bautista Alberdi y Valentín Alsina.
El primer número apareció el 24 de febrero de 1839 y tenía por finalidad
expresar una férrea oposición al gobierno del "ilustre restaurador"
al que refieren por medio de una directa y virulenta prosa.
Una clásica alegoría de reminiscencias grecorromanas encabeza la parte
superior de la primera página de la publicación. Briosos caballos tiran del
carro que transporta a una deidad portadora de un cuerno de la abundancia y
nuestra bandera argentina. En su interior se reproducen numerosas viñetas, la
mayoría ya utilizadas en otras publicaciones.
Lo que distingue a este periódico es la inclusión de ilustraciones de
gran tamaño que ocupan todo la superficie de las páginas. Esta modalidad fue
anunciada previamente señalando que todos los números contarían con una lámina
o cuadro "ya del género serio o del ridículo que represente alguno de los
hechos del tirano".
Por primera vez litografías de igual dimensión que las páginas del
periódico representaron a través de imágenes hechos significativos del
gobierno. Imaginativas escenas que tenían por protagonistas al Restaurador de
las Leyes y autoridades de su gobierno con sugerentes títulos como
"Reunión de patriotas", "Lo que se hace en el cuartel de
Cuitiño", "En lo que paran las construcciones del pueblo",
"Patriotismo de Rosas y de Nicolás de Anchorena" entre otras de 1839
proclamaron sus opiniones y ridiculizaron a sus gobernantes.
La filacteria
Es indudable la participación de distintos
dibujantes y grabadores claramente evidenciado por el resultado dispar de sus
imágenes, a veces hieráticas, otras desproporcionadas, algunas un tanto
primitivas. Varias dejan entrever la presencia de manos más diestras no sólo en
el manejo de la línea sino en el correcto empleo de la pespectiva y la
aplicación de valores a través del recurso del sombreado o la aplicación de tramas
lineales.
Pero el aporte más significativo para la época fue
el empleo por primera vez del recurso de la filacteria, método del miniaturismo
medieval que consiste en incorporar una especie de banda o texto que sale de
los labios del personaje, antecedente del globo historietístico o de comic.
A partir del Nº 5 del 10 de marzo de 1839 y en una entrega semanal se
brindaron las ilustraciones, que como ya señalamos, tenían el tamaño de una
página y estaban destinadas a fustigar al gobierno de Rosas. De palabras
sueltas, sugiriendo ideas y pensamientos que se completan con escenas
primarias, se llegan a componer prosas y versos que constituyen toda una
verdadera pulseada que anima e instruye a la ciudadanía.
Rígidas siluetas, falsas perspectivas, escenas más depuradas y dominio
del espacio, correctos acabados, desproporciones, planos de líneas entramadas,
texturas, acertadas composiciones lineales alternan las prosas y versos de
contenido político y social precedidos por ocurrentes títulos.
La prensa escrita tuvo un papel significativo y decisorio en la
divulgación de las ideas y de las luchas políticas de nuestro reciente pasado,
pero indudablemente la incorporación de la imagen que por entonces apelaba
solamente a la habilidad manual y la destreza de los más dotados reforzaron con
su agudeza y claridad el pensamiento tanto de los fieles como de los opositores
de los sucesivos gobiernos de nuestro incipiente país.
La incorporación de la caricatura, cuyo antecedente más lejano lo
constituye la cabeza de burro aparecida el lunes 8 de marzo de 1824, atribuida
a Fray Francisco de Paula Castañeda y que por sus características estéticas y
de clara intención política va a revolucionar la prensa escrita en sus diversos
formatos ya ha sido estudiado, analizado y debatido por eminentes estudiosos
argentinos.
Fuente:
El Litoral.com, Santa Fe, Sábado 8 de julio de
2006.
http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2006/07/08/culturadiario/CULT-01.html
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