Teniente coronel Domingo F. Sarmiento. |
Buenos Aires, agosto 22 de
1964.
Al señor Jefe del distrito
Militar 49,
San Juan, Teniente Coronel
Luis Felipe de Arracaesta
De mi mayor consideración:
Hemos recibido su apreciable
del 15 del cte. tendiente a celebrar por esa benemérita institución la “semana
sarmientina” en todo el país y en esa provincia principalmente, con el aporte
de libros, cuadernos, lápices, para las escuelitas de humilde condición
económica, como homenaje al Gran Maestro de América.
Mandaremos en cumplimiento
de los nobles propósitos y de tratarse de una institución como la vuestra, que
suponemos integrada por argentinos, libros sobre Sarmiento para la sola lectura
del señor teniente coronel. Para que vea que el “gran maestro” sólo hizo entre
nosotros una obra de desargentinización, crueldad, y jamás fue maestro sino
periodista a sueldo de los enemigos de la patria. Y que solamente acabando con
esa clase de mitos podremos levantar la grande Argentina a que todos aspiramos,
y a que debiera aspirar el señor teniente coronel principalmente.
San Juan tiene auténticos
próceres que festejar –entre ellos el noble general Nazario Benavidez–, para no ir a buscar a un hombre de mente
internacionalizada, que amó a todas las patrias menos a la suya y debió escapar
de San Juan en 1863 con palabras que indignan a todo verdadero sanjuanino.
Entre los libros que
enviaremos a esa para ilustración del señor teniente coronel, nos place
adjuntar “Vida de Sarmiento” del ilustre escritor Manuel Gálvez, y “Defensa de
Sarmiento”, del R. P. Guillermo Furlong S. J., miembro que honra –tal vez el
solo en hacerlo– a
la Academia
Argentina de la Historia Argentina.
Más tarde mandaremos un cajón de otros que no tenemos a mano; porque hoy en día
–22 de agosto de 1964– los argentinos bien nacidos ya sabemos quién fue el
corsario que una enseñanza falsificada deliberadamente por los opresores de
nuestra patria nos quisieron imponer un mito. Y ya nadie –por lo menos aquí– publica libros a favor u homenaje a él.
Solamente algún pobre militar despistado, más por ignorancia que por tontería,
hace el agravio a las armas de la patria al festejar a quien tramitó su
nacionalidad chilena y dijo al final de su “Conflicto y armonía de las razas de
América”; “No detengamos a los Estados Unidos en su marcha, seremos de los
Estados Unidos como el mar es del océano”. Y para norteamericanizarnos fue que
trajo a las normalistas, solo obra educativa que hizo en nuestro país.
El señor teniendo
coronel, …comparte estos juicios, debería mandar el pedido a los Rotarys clubes
o a los viceconsulados estadounidenses, que lo comprenderán mejor que nosotros,
los militares patriotas argentinos.
Pero esperamos que, gracias
a nuestro envío, pueda instruirse y saber quién era el que no quería “ahorrar
sangre de gauchos, que es un abono útil que debemos al país”. Y que no es,
precisamente, entre los humildes, donde corresponde hacerle su homenaje.
Saludo a usted atte.
Alejandro Hidalgo.
Fuente:
Revisión n° 9, Buenos Aires, Septiembre 1964.
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